viernes, 13 de agosto de 2010

El número de la felicidad


2,9. Ese es el número de la felicidad. Quienes llevan una vida con 2,9 actitudes positivas versus 1 actitud negativa, están en la zona del florecimiento personal. Esta es la tasa de positividad/negatividad (P/N) que descubrió genialmente Marcial Losada y que ha sido confirmada por decenas de evidencias en las investigaciones de psicología positiva.

Este número de la felicidad funciona igual que el grado cero de la temperatura. Bajo 0º, el agua se congela y se convierte en hielo, frío, rígido e inmóvil. Sobre 0º, esa misma agua se hace líquida, fluída y flexible. El punto de inflexión para el agua es cero grado. Con las personas pasa exactamente lo mismo. La misma materia prima, el ser energía y humano que somos, bajo la "temperatura emocional" de 2,9 de positividad, languidece y se comporta como el hielo. Rígido y sin avanzar, quedando estático y sin cambio.

En una atmósfera positiva sobre 2,9, la vida explota y bulle hacia el crecimiento y la evolución. Este 2,9 matemático es el punto de inflexión de la felicidad humana. Quienes gestionan sus afectos y emociones cotidianas manteniéndolos sobre este número se abren al florecimiento humano, mostrando buenos resultados externos, sensación interna de bienestar y satisfacción, plasticidad y amplitud de nuevos comportamientos, y una acentuada resiliencia.

Losada descubrió que la tasa de positividad/negatividad es de 2,9/1. No es 2,9/0. Se necesita retroalimentación negativa por dos razones: para saber y hacer la valoración que se vive en lo positivo (en contraste con lo negativo), y para mantener información hacia la persona que le muestre cómo seguir avanzando, produciendo la tensión creativa para el nuevo aprendizaje y movilizándonos a nuestra zona de incomodidad. En otras palabras, la positividad pone la energía, la fuerza ascendente, el clima propicio y el viento favorable, tal como el mástil y las velas de una embarcación. La negatividad es esa retroalimentación imprescindible para mantenerme conectado a la realidad, con cable a tierra, pues eso me dará la dirección realista, tal como la quilla y el timón de un velero. Es un notable equilibrio entre inspiración y realismo que opera en la acción cotidiana.

La dosis es 2,9 de actitudes positivas y 1 de retroalimentación negativa, lo que hecha por tierra las actitudes "hiper realistas" que en los estudios muestran mucha mayor negatividad que positividad.

Es apasionante constatar que cerca de este número mágico de la felicidad opera el efecto mariposa. Pequeños aumentos de positividad produce incrementos espectaculares en la felicidad, las capacidades y las oportunidades de las personas. Se comparó a personas positivas con una tasa de 2 de positividad y 1 de negatividad, es decir, el 66% del tiempo vivían en actitudes postivas, con personas con una tasa de 3/1 (75% de actitudes positivas). Hay sólo un 9% de diferencia y ambos son positivos. Sin embargo, los resultados de su vida son completamente diferentes. Quienes están en una P/N de 2:1 muestran resultados positivos transitorios que no se mantienen en el tiempo y, al estar en ambientes tóxicos, se contagian con la negatividad.

¿Qué pasó con quienes mostraron una P/N de 3:1?
Algo espectacular. Autogeneran positividad sostenida y resiliente, y se blindan emocionalmente de personas y ambientes dañinos. En nuestro interior hay un equipo electrógeno, un mecanismo biológico esperando ser encendido para funcionar como un generador permanente de energía positiva. Este equipo se enciende cuando nuestra positividad es de 2,9. Antes está apagado. Esto explica los cambios y resultados sorprendentes con aumentos pequeños de positividad. El equipo se prende o apaga si mi tasa P/N está sobre o bajo 2,9. La energía está dentro mio, el mecanismo es biológico y sólo tengo que saber que el switch de mi equipo electrógeno generador de positividad se prende en 2,9.

Este 2,9 de positividad es el piso mínimo, el número en que se activa mi autogeneración de energía positiva. Desde ahí hacia arriba entro en la Zona del Florecimiento Humano. Losada estudió hasta qué número máximo la positividad sigue asociándose a felicidad y buenos resultados: 11,6. La zona en la que nos tenemos que mover para sostener la felicidad está entre 2,9 y 11,6 de positividad.

La positividad o negatividad no están determinados genéticamente. Existe un componente genético de nuestras emociones, que es el estado de ánimo en el que despertamos. Luego de eso, soy yo quien "decide" si cargarme de combustible negativo o positivo. Pocos decidimos eso, pues vivimos generalmente en piloto automático. Este es un aspecto de cambio y de conciencia clave: mi felicidad y mis resultados dependen de cómo manejo mis afectos, concientemente. El paso 1 es reducir la negatividad, limpiar mi propia copa cuya agua se ha ido enturbiando. Cuando me purifico, limpio o perdono, vacío mi copa de toxicidad y quedo dispuesto para el paso 2: aumentar mi positividad.

Nuestros resultados dependen de la zona en la queramos y decidamos vivir. En la del florecimiento o en la del languidecimiento. Es igual que tener 2 acuarios separados. O vivo en el de agua fría, turbia y negativa, o vivo en el de agua templada, transparente y positiva. Esa es una decisión individual. Cada uno sabrá en qué atmósfera quiere vivir. Por encaje energético, el acuario frío y el ambiente negativo conectan con malos resultados. El acuario templado y la atmósfera positiva generan y atraen resultados positivos, bienestar y felicidad. Lo mejor de todo es que es un mecanismo biológico, un equipo electrónico cuyo on-off está dentro de nosotros, y que se activa independientemente de lo que creamos. La felicidad es una decisión. Es un estado interno que espera ser activado. No es un resultado externo. Desde adentro hacia afuera

http://ignaciofernandez.blogspot.com/2010/07/el-numero-de-la-felicidad.html

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